Con esa división en tres bloques aparecen también en las papeletas de voto.
En los bancos figura el apellido de cada cardenal, lo que indica donde se deben sentar y, aparte de un bolígrafo y una carpeta con el símbolo de la Santa Sede, hay un ejemplar de la Constitución Apostólica que Juan Pablo II promulgó en 1996 y el “Ordo rituum conclavis”, que regula todos los ritos de este encierro de purpurados.
Al comienzo de la sala, en un lateral, hay una mesa en la que está colocado un tablero con bolas numeradas, hasta 133, destinadas a contabilizar el proceso de votación, así como las papeletas de escrutinio y una madeja de hilo rojo con una aguja en la que se ensartarán esos sufragios que serán quemados para indicar al mundo, mediante la chimenea, si hay papa o no.
La Capilla Sixtina ha estado cerrada al público desde el 28 de abril, dos días después del funeral y entierro de Francisco, para preparar el cónclave en el que se elegirá a su sucesor.