La escritora surcoreana Han Kang se hizo este jueves con el Premio Nobel de Literatura 2024, en una carrera marcada por el éxito de ventas ‘La Vegetariana’ (Penguin Random House), pero también por el bloqueo literario y el peso de la fama.
La Academia Sueca concedió hoy el galardón a la escritora de 53 años y nacida en Gwangju (al sur de Corea del Sur) “por su intensa prosa poética que se enfrenta a traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”.
Han Kang es la primera persona surcoreana y mujer asiática en obtener el Nobel de Literatura, y lo hace gracias a una obra compleja e incómoda que entrelaza la condición humana con su historia personal y la de su país.
Hija del famoso escritor Han Seung-won, Han hizo su debut literario en 1993 cuando tenía 23 años con una serie de poemarios como ‘Invierno en Seúl’ y comenzó su carrera como novelista al año siguiente tras ganar el Concurso Literario de Primavera del diario Seoul Shinmun con la obra ‘Ancla Roja’.
Sus primeros recuerdos con la literatura se remontan a su niñez, cuando su padre, en aquel momento todavía joven y poco conocido, llenaba una casa “sin muebles” de libros, amontonados en torres desordenadas.
“A pesar de las frecuentes mudanzas, podía sentirme a gusto gracias a todos esos libros que me protegían. Antes de hacer amigos en un barrio extraño, llevaba mis libros conmigo todas las tardes”, explica la autora en entrevistas.
En 1995, se atrevió con su primera colección de cuentos, ‘Yeosuui sarang’ (‘Amor de Yeosu’), y posteriormente, en 2005, ganó el Premio Literario Yi Sang, uno de los más prestigiosos del país asiático que busca reconocer a escritores innovadores surcoreanos.
La fama internacional le llegó en 2016 con el Premio Booker por la novela ‘La Vegetariana’, una historia que entrelaza lo exquisito y lo inquietante y que está ambientada en el Seúl actual, donde una mujer decide dejar de comer carne desatando una tormenta en el seno familiar y su entorno.
Aunque la novela se había publicado originalmente en Corea del Sur en 2007, no fue vista con buenos ojos en su país hasta que su publicación en Estados Unidos y Reino Unido fue recibida con entusiasmo por la crítica local.
A pesar de su popularidad dentro y fuera de su país natal, la autora también ha sufrido bloqueos literarios y antes de su quinta novela, ‘La clase de griego’, dejó de escribir y de leer ficción durante un año, en una especie de silencio forzoso y experimento que quedó reflejado en dicha obra.