Las intensas lluvias en la península arábiga son “una prueba más de cómo está empezando a cambiar el comportamiento de las precipitaciones”, agrega.
Viñas explica que la formación de las precipitaciones procede de lo que se conoce en meteorología como un sistema convectivo de mesoescala.
En concreto se trata de una estructura que, lejos de las tormentas habituales de verano, tiene unas dimensiones mayores, de escala más regional, no tanto local, y también es mayor la duración del fenómeno.
Viñas indica que estos sistemas convectivos “se retroalimentan y pueden durar varias horas”, en las que dejan fuertes precipitaciones, en muchos casos, en forma de granizo o lluvia intensa.
La formación de ese tipo de estructuras o de una tormenta cualquiera “no es algo asociado al calentamiento global, ni a que haga ahora más calor o que los océanos estén más cálidos”, sino que son parte de ciertos fenómenos en un momento dado y determinadas condiciones de inestabilidad atmosférica.
Pero lo cierto es que “cuando esas condiciones acaban dándose”, el hecho de que el agua del océano esté tan cálida como ocurre actualmente, añade al proceso una humedad extra que hace que el sistema tormentoso deje lluvias “más fuertes de las que serían habituales”.
En la zona de la península arábiga se dan por supuesto situaciones tormentosas que también dejan lluvias y no es algo excepcional; “lo extraño, lo raro ha sido la magnitud de estas últimas”, eso es lo diferente, por el impacto de la influencia del océano tan cálido.