Y es que el reino tiene un peso geopolítico incomparable: el país lideró en 1973 el embargo de petróleo contra los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur y, además, impulsó la Iniciativa de Paz Árabe, firmada por los miembros de la Liga Árabe en 2002.
Además, el monarca saudí, Salmán bin Abdulaziz, es un firme defensor de la causa palestina y ha asumido el papel de guardián de las dos mezquitas sagradas de La Meca y Medina, los lugares más importantes para los musulmanes, seguidos por la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén Este, territorio palestino ocupado por Israel desde 1967.
Un entendimiento entre Israel y el reino saudí revolucionaría el tablero de juego en la región y podría motivar a otras naciones árabes a seguir el mismo camino. E incluso hay analistas que auguran que sus consecuencias podrían equipararse con las de los Acuerdos de Camp David (1978) entre Egipto e Israel.
Con eso en mente, el Gobierno de Biden había estado hasta ahora actuando de intermediario en lo que medios estadounidenses habían bautizado como el “megapacto”.
En concreto, Arabia Saudí estaba considerando normalizar relaciones con Israel a cambio de un pacto de defensa con EE.UU. y ayuda para desarrollar su propio programa nuclear civil.
Incluso el príncipe heredero saudí y gobernante de facto, Mohamed bin Salmán, había dicho en una reciente entrevista que la normalización estaba “cada día más cerca”, pero ahora todo queda en el aire dado que otra de las condiciones de Riad era ver un progreso significativo hacia la creación de un Estado palestino.
Para el periodista Thomas Lippman, experto del The Middle East Institute, en Washington, no es que la guerra haya dinamitado las negociaciones, sino que estas nunca tuvieron posibilidad de prosperar.
En declaraciones a EFE, opinó que los israelíes quieren normalizar lazos con Arabia Saudí pero “no hay ningún motivo” por el que los saudíes quieran un acuerdo de ese tipo, además de que Estados Unidos nunca habría cedido en un pacto de defensa con Riad.
“Nunca me he creído esta historia. Y ahora, cualquier acercamiento de los saudíes con Israel le haría el juego a Irán abandonando a los palestinos”, señaló Lippman.
En cambio, Juan Luis Manfredi, titular de la cátedra Príncipe de Asturias de la Universidad de Georgetown, sostiene que hace tiempo que la causa palestina dejó de ser una prioridad en la política exterior de los saudíes y el resto de monarquías del golfo Pérsico.
Este experto en Relaciones Internacionales sí cree que a Riad le interesa “mantener una relación de buena voluntad” con Israel en una región en la que el Estado judío ha logrado “buenos pasos” hacia la normalización diplomática con varios actores regionales.
Sin embargo, coincide con Lippman en que la guerra entierra, al menos de momento, cualquier posibilidad de entendimiento: “Pienso que habrá que esperar otra vez a la pacificación y a la calma para recuperar un proceso de paz que cuente con Arabia Saudí”, concluye Manfredi.