No obstante, para su sorpresa, la vecina nación negó la entrada de Henry al país en pro de proteger la seguridad de República Dominicana en medio de la escalada de violencia en el vecino país.
En una entrevista al Financial Times, Luis Abinader, presidente de República Dominicana, dijo que, dada la situación actual en Haití, “no considera adecuada” la presencia del primer ministro en la República Dominicana.
Esta decisión subraya la “postura firme” del Gobierno dominicano de salvaguardar la seguridad nacional y la estabilidad, en un contexto donde la violencia y el caos han escalado de forma significativa en Haití.
Abinader enfatizó la ausencia de Gobierno y autoridad en Haití, describiendo la situación de seguridad como “totalmente insostenible”, en especial en el sur de Haití, así como en la capital, Puerto Príncipe, y sus alrededores.
Las soluciones que se adelantan para conseguir la Paz
Las bandas criminales, al momento, tendrían un objetivo en particular y este es conseguir que el primer ministro renuncie y que no se alarguen las elecciones presidenciales hasta dentro de un año.
Frente a esto, varias naciones, con el motivo de encontrar una salida a la crisis, se reunirán en Kingston, capital de Jamaica, para plantear una hoja de ruta para lograr una posible salida diplomática a la crisis.
Cabe resaltar que la mayoría de países han optado por retirar a sus representantes del país debido a que ya no es posible garantizar su seguridad.
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Dentro de las propuestas que se han puesto sobre la mesa en relación con la solución de este conflicto, Nayib Bukele anunció que, si la ONU le da permiso, él podría enviar una delegación de su país para Haití.
“Podemos arreglarlo. Pero necesitaremos una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, el consentimiento del país anfitrión y que estén cubiertos todos los gastos de la misión” aseguró el presidente.
La propuesta de Bukele, similar a la que implementó dentro de El Salvador, pretende aniquilar a todas las bandas que, al momento, aterrorizan a los habitantes del país caribeño.
Consecuencias del alza a la violencia
La vida ha cambiado totalmente en Puerto Príncipe; ya nada es como antes, con las bandas sembrando el terror día y noche. Incluso las relaciones sociales se derrumban, domina la desconfianza, en un país, Haití, con más de 360.000 desplazados internos por la violencia.
Muchos de ellos viven como nómadas. Esas cifras proporcionadas por Naciones Unidas aumentan a diario, especialmente en los últimos días, con los ataques de las bandas en un intento por derrocar al gobierno del primer ministro Ariel Henry.
Con el estado de emergencia impuesto, en el área metropolitana de Puerto Príncipe desapareció la vida nocturna. Al caer la noche, las calles están vacías. Los comerciantes abandonan precipitadamente las aceras, que se han transformado en un mercado público donde la basura y la suciedad se codean con la mercancía.
Las bandas son la ley. Sustituyen al Estado. La policía carece de medios, no hay voluntad para resolver la situación.
La miseria, la pobreza y el hambre son el día a día de los haitianos. La esperanza abandona a Haití, empujando a muchos a tratar de emigrar a otros países: Estados Unidos, Canadá, Francia, México, Nicaragua, Chile y la República Dominicana son los principales. Se han marchado médicos, enfermeros, abogados, directivos de instituciones públicas y privadas, el eje profesional de la nación caribeña.