Tras esta serie de accidentes seguidos, 40 naciones de todo el mundo prohibieron que se utilizaran estas aeronaves en sus territorios, obligando a muchas aerolíneas suspender su uso hasta que se encontrara el problema.
Esta investigación duró dos años, en los que aerolíneas como Copa Airlines, de Panamá, se vieron obligadas a suspender parte de su flota, perdiendo una gran cantidad de dinero después de la inversión en los nuevos aviones.
Al final, se descubrió que las aeronaves tenían un fallo en el software que, en escenarios específicos, ignoraba los comandos de los pilotos y hacían que el avión entrara en pérdida, causando los dos accidentes.
Después de la espera, este avión volvió a los cielos y todo parecía estar marchando adecuadamente hasta que, en enero de 2024, otra polémica volvió a dejar en el suelo estas máquinas diseñadas para volar.
El incidente de Alaska Airlines, donde un avión se quedó sin ventana en pleno vuelo, volvió a despertar el escepticismo de las personas en este modelo de avión, por lo que, nuevamente, Estados Unidos, negó la posibilidad de que estas aeronaves siguieran volando hasta que fueran revisadas.
Esta decisión fue asumida principalmente por Alaska Airlines y United, que son las aerolíneas con más número de 737-Max9 en el mundo. No obstante, Copa Airlines y Aeroméxico también se unieron a esta medida.
Ahora, una generación anterior de este avión comenzó a presentar problemas, ya que, después del incidente en enero del 2024, la FAA, ente regulador aeronáutico de Estados Unidos, aseguró que el problema con los tornillos que causaron el problema en el avión de Alaska, estaría presente en distintas aeronaves.