Hace más de un siglo, polarización incluía la marca “física”, que indicaba que era un término restringido al lenguaje de esta ciencia, en relación con los polos.
En 1985 se incorporó un añadido a esa definición, que no se conserva en la edición actual, y que iba dando pistas sobre cómo este término comenzaba a extenderse más allá de la física: “En lenguaje de la economía, proceso por el cual en unas determinadas zonas de un territorio se concentran la mayoría de las industrias”.
Cada año, la fundación escoge la palabra del año tras seleccionar doce términos en función de su difusión en diferentes conversaciones, así como en el debate social en el mundo hispanohablante. Y valora también que estas voces tengan algún interés desde el punto de vista lingüístico: una formación curiosa, un significado o una escritura que genera dudas entre las personas.
La ganadora de este año ha sido escogida entre doce candidatas, varias de ellas relacionadas con la tecnología y el medio ambiente o las catástrofes naturales: amnistía, ecosilencio, euríbor, FANI, fediverso, fentanilo, guerra, humanitario, macroincendio, seísmo y ultrafalso.
Esta es la undécima ocasión en la que la fundación escoge su palabra del año. Las anteriores ganadoras fueron escrache (2013), selfi (2014), refugiado (2015), populismo (2016), aporofobia (2017), microplástico (2018), emojis (2019), confinamiento (2020), vacuna (2021) e inteligencia artificial (2022).
Con información de EFE